EL DOGMA de la Asunción corporal de María a los cielos es la culminación de los dogmas marianos y una de las principales creencias de los católicos en cuanto a María. El mismo Papa Juan Pablo II expresó sobre esta creencia: "María Santísima nos muestra el destino final de quienes `oyen la Palabra de Dios y la cumplen' (Lc. 11, 28). Nos estimula a elevar nuestra mirada a las alturas, donde se encuentra Cristo, sentado a la derecha del Padre, y donde está también la humilde esclava de Nazaret, ya en la gloria celestial" (Juan Pablo II, 15 de agosto de 1997)
Si bien es cierto que los católicos creemos en este dogma, existen veces que no sabemos como defender esta parte de nuestra fe. Los que no son católicos cuestionan que el dogma no es bíblico, que en ninguna parte de la Biblia se menciona y que es un invento para exaltar a María. ¿Qué tan cierto es esto? ¿Habrá pruebas bíblicas que apoyen la creencia de la Asunción de María?
¿Qué es la Asunción de María?
La Asunción de María es en poca palabras, la creencia de que ella después de su muerte, ascendió en cuerpo y alma al cielo.¿Igual que Jesús? No. La diferencia entre la Asunción de María y la Ascensión de Jesús es que Jesús ascendió por su cuenta, mientras que María tuvo que ser ascendida por Dios. Esto es la principal diferencia que hace notar que María no es diosa como para ascender por si sola, sino que tuvo que ser llevada por Dios, contrario a lo que dicen algunas denominaciones cristianas que afirman que "La enseñanza de la asunción de María es un paso más para hacerla igual a Cristo, proclamando esencialmente la deidad de María." (GotQuestions, sitio web protestante, ¿Qué es la asunción de María?).
Ahora, nos limitaremos a examinar tres aspectos bíblicos con los que concluimos que María tuvo que subir corporalmente al cielo. 1) Su enemistad con el pecado y su predestinación, 2) No es el único caso de Asunción, 3) Es el arca de la nueva alianza.
1) La enemistad de María con el pecado y su predestinación.
María fue predestinada desde un principio a ser Madre de Dios y enemiga de Satanás. En el Génesis vemos esta enemistad entre María y su hijo Jesús con Satanás, la serpiente: "Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. El te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón»". (Génesis 3, 15).
La consecuencia del pecado es la muerte, y está incluye la corrupción o descomposición del cuerpo humano. "Ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, de donde fuiste sacado. ¡Porque eres polvo y al polvo volverás!»." (Génesis 3, 19). Esa enemistad con el Diablo tenía que proteger de la corrupción a Jesús, por ser libre de pecado: "porque no me entregarás la Muerte, ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro." (Salmo 16, 10) Entonces, si el cuerpo de Jesús no sufrió descomposición, conviene preguntarse, ¿Dónde y de quién fue formado el cuerpo de Jesús? Pues en el seno de la Virgen María. Como todo bebé, Jesús estaba conectado por el cordón umbilical a María y de ahí se intercambiaba sustancias nutritivas y sangre rica en oxígeno, como en cualquier embarazo, además de que su cuerpo se formó en el vientre de María. Por tanto el cuerpo de María, de donde salió el de Jesús, tampoco podía ver la corrupción.
María fue santa y pura para poder ser Madre del Salvador. |
De esta manera, la Iglesia junto con los Padres de la Iglesia aplicaron los pasajes del libro Cantar de los Cantares a la persona de María, pues hallaron conexión con ella y su especial misión. "«¿Quién es esa que surge como la aurora, bella como la luna, resplandeciente como el sol, imponente como escuadrones con sus insignias?»". (Cantar 6, 10). Curiosamente aparece la luna y el sol, al igual que en Apocalipsis 12, 1. Y también está el que dice: "¿Quién es esa que sube del desierto, reclinada sobre su amado?" (Cantar 8, 5) María ascendió del desierto de este mundo apoyada en su amado hijo. Habrá quien diga, "¿Pero que no esas citas hablan de los esposos? Si. Pero así como los esposos forman uno en amor, así María y Cristo son uno amor, es lógico que esos versículos son totalmente aplicables a ellos.
La Asunción de María es una anticipación de la resurrección gloriosa que tendremos todos al final de los tiempos. Así, cuando murió Jesús "[...] las tumbas se abrieron. Muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron" (Mateo 27, 52), ¿Por qué no habría de haber sucedido lo mismo con María tomando en cuenta su gran papel en las Escrituras?
2) No es el único caso de Asunción en la Biblia
¿Es viable el creer que María ascendió con su cuerpo al cielo? Habrá quién alegue: "La Biblia misma dice: “La carne y la sangre no pueden heredar el Reino de los cielos; ni la corrupción hereda la incorrupción”. (1 Cor. 15:50)". Pero también es cierto que dice: "todos seremos transformados [...] Lo que es corruptible debe revestirse de la incorruptibilidad y lo que es mortal debe revestirse de la inmortalidad." (1 Corintios 15, 51-53). Es decir, seremos transformados en seres inmortales en el fin de los tiempos, en el juicio final.
Otros dicen: "¿Dónde se encuentra la base bíblica para decir que alguien habría de alcanzar vida celestial en un cuerpo que requiere el ambiente físico de la Tierra para sustentarse?." Esa base bíblica la vemos en el caso de la Asunción de Elías, donde "el Señor arrebató a Elías y lo hizo subir al cielo en el torbellino." (2 Reyes 2, 1). Elías no murió, subió vivo al cielo, donde ya no requiere el ambiente físico de la Tierra para sustentarse. En esto vemos que los designios de Dios no están al alcance de los hombres (Isaías 55, 8-9). Ahora, preguntémonos, ¿Por qué se lleva Dios a personas al cielo?
Por su fe y por que en vida agradaron a Dios. Moisés también ascendió después de muerto, así lo confirma San Judas Tadeo por la tradición judía que dice que Miguel Arcángel "se enfrentaba con el demonio y discutía con él, respecto del cuerpo de Moisés" (Judas 1, 9) Enoc, otro personaje que ascendió, de él se nos dice que "Siguió siempre los caminos de Dios, y luego desapareció porque Dios se lo llevó." (Génesis 5, 24). De el caso de Henoc, San Pablo nos dice que "Por la fe, Henoc fue llevado al cielo sin pasar por la muerte. Nadie pudo encontrarlo porque Dios se lo llevó, y de él atestigua la Escritura que antes de ser llevado fue agradable a Dios. Ahora bien, sin la fe es imposible agradar a Dios, porque aquel que se acerca a Dios de creer que él existe y es el justo remunerador de los que lo buscan." (Hebreos 11, 5-6) ¿Fue así en el caso de María? Si, y en mayor grado.
"Llena de gracia" (Lucas 1,28) le dice el Ángel Gabriel a María, que también le dice que "el Señor está contigo" (Lucas 1, 28). Si, Enoc anduvo con Dios, pero María estaba con Dios. El mismo Dios a través de su mensajero la declara llena de gracia y que ha alcanzado el favor de Dios (Lucas 1, 30) y María, con su gran fe, acata de forma incondicional la voluntad de Dios al contestar: "[...] que se cumpla en mí lo que has dicho" (Lucas 1, 38). Por eso mismo, ella se declara ya salvada por Dios y que por esto la declararan bienaventurada todas las generaciones (Lucas 1, 47-48). Lo que pasara con los justos en el fin de los tiempos, ya sucedió con Henoc, Elías, Moisés y, por supuesto, María.
3) María es el Arca de la Nueva Alianza
En el Antiguo Testamento, el Arca de Alianza era una especie de caja que contenía "un cofre de oro con el maná, la vara de Aarón que había florecido y las tablas de la alianza." (Hebreos 9, 4). Contenía el pan bajado del cielo: el maná, la vara de Aarón, el sumo sacerdote y las tablas de la ley, la palabra de Dios escrita. María por el contrario llevó en su vientre al verdadero pan bajado del cielo (Juan 6, 35; 41), al real Sumo Sacerdote (Hebreos 5, 7) y a la Palabra de Dios hecha carne (Juan 1,1; 14) que es Jesús. Por esto, María es Arca de la Nueva Alianza. Ahora, ¿Qué sería del Arca de la Alianza?
"¡Levántate, Señor, entra en el lugar de tu Reposo, tú y tu Arca poderosa!" (Salmo 132, 8). Esto se cumplió cuando Jesús entró al cielo, el lugar de su reposo, pero falta el Arca. Cómo María es entonces la Nueva Arca, es lógico que ella también ascendió al cielo apoyada en Jesús (Cantar 8, 5), pues ella era pura, así como la Antigua Arca lo era también (Éxodo 40, 21).
¿Cómo estamos seguros que María, la Nueva Arca, subió al cielo como dice el salmo? En el libro del Apocalipsis nos relata San Juan que "En ese momento se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y quedó a la vista el Arca de la Alianza" (Apocalipsis 11, 19), ¿Y qué o quién era esa Arca? El agrega que era "un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza." (Apocalipsis 12, 1) ¿Y cómo asegurar que era María? Por qué aclara que el hijo de esa mujer "debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro." (Apocalipsis 12, 5). Sin duda ese hijo es Jesús, cuya madre tiene que ser María.
Otros dicen: "¿Dónde se encuentra la base bíblica para decir que alguien habría de alcanzar vida celestial en un cuerpo que requiere el ambiente físico de la Tierra para sustentarse?." Esa base bíblica la vemos en el caso de la Asunción de Elías, donde "el Señor arrebató a Elías y lo hizo subir al cielo en el torbellino." (2 Reyes 2, 1). Elías no murió, subió vivo al cielo, donde ya no requiere el ambiente físico de la Tierra para sustentarse. En esto vemos que los designios de Dios no están al alcance de los hombres (Isaías 55, 8-9). Ahora, preguntémonos, ¿Por qué se lleva Dios a personas al cielo?
Elías ascendió al cielo en un carro de fuego. |
"Llena de gracia" (Lucas 1,28) le dice el Ángel Gabriel a María, que también le dice que "el Señor está contigo" (Lucas 1, 28). Si, Enoc anduvo con Dios, pero María estaba con Dios. El mismo Dios a través de su mensajero la declara llena de gracia y que ha alcanzado el favor de Dios (Lucas 1, 30) y María, con su gran fe, acata de forma incondicional la voluntad de Dios al contestar: "[...] que se cumpla en mí lo que has dicho" (Lucas 1, 38). Por eso mismo, ella se declara ya salvada por Dios y que por esto la declararan bienaventurada todas las generaciones (Lucas 1, 47-48). Lo que pasara con los justos en el fin de los tiempos, ya sucedió con Henoc, Elías, Moisés y, por supuesto, María.
3) María es el Arca de la Nueva Alianza
En el Antiguo Testamento, el Arca de Alianza era una especie de caja que contenía "un cofre de oro con el maná, la vara de Aarón que había florecido y las tablas de la alianza." (Hebreos 9, 4). Contenía el pan bajado del cielo: el maná, la vara de Aarón, el sumo sacerdote y las tablas de la ley, la palabra de Dios escrita. María por el contrario llevó en su vientre al verdadero pan bajado del cielo (Juan 6, 35; 41), al real Sumo Sacerdote (Hebreos 5, 7) y a la Palabra de Dios hecha carne (Juan 1,1; 14) que es Jesús. Por esto, María es Arca de la Nueva Alianza. Ahora, ¿Qué sería del Arca de la Alianza?
"¡Levántate, Señor, entra en el lugar de tu Reposo, tú y tu Arca poderosa!" (Salmo 132, 8). Esto se cumplió cuando Jesús entró al cielo, el lugar de su reposo, pero falta el Arca. Cómo María es entonces la Nueva Arca, es lógico que ella también ascendió al cielo apoyada en Jesús (Cantar 8, 5), pues ella era pura, así como la Antigua Arca lo era también (Éxodo 40, 21).
¿Cómo estamos seguros que María, la Nueva Arca, subió al cielo como dice el salmo? En el libro del Apocalipsis nos relata San Juan que "En ese momento se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y quedó a la vista el Arca de la Alianza" (Apocalipsis 11, 19), ¿Y qué o quién era esa Arca? El agrega que era "un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza." (Apocalipsis 12, 1) ¿Y cómo asegurar que era María? Por qué aclara que el hijo de esa mujer "debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro." (Apocalipsis 12, 5). Sin duda ese hijo es Jesús, cuya madre tiene que ser María.
La Asunción en la historia cristiana
Aunque en la Iglesia se conocen 88 hombres como Padres de la Iglesia, solo dos tenían algo que decir de la Asunción de María: Juan Damasceno y Germano de Constantinopla, ambos del siglo VII. Germano de Constantinopla afirmó: "Cuando dejaste la tierra, evidentemente subiste al cielo; pero debo decir que antes no estabas excluida de los cielos, y que después, al elevarte por encima de los coros celestiales, mostrándote muy superior a las creaturas terrestres, no dejaste la tierra".
Juan Damasceno en una homilía declaró: "Hoy el arca viva y sagrada del Dios viviente, la que llevó en su seno a su propio Artífice, descansa en el templo del Señor, templo no edificado por manos humanas." (Homilía 2 en la dormición de la Virgen María, 2 y 14)
Aún así se conoce ya la Tradición de la Asunción de María en el "Transitus Mariae" del siglo II y III. La fiesta fue llamada en el siglo VI "La Dormición de María". El emperador bizantino Mauricio Tiberio decretó que se celebrara el 15 de Agosto, cabe aclarar que él solo fijó una fecha, no inventó la creencia. Tan arraigada era esta creencia que el mismo Martín Lutero reconoció: "No cabe duda que la Virgen María está en el Cielo. Como ocurrió no lo sabemos." (Martin Luther's Works, vol 10, pg 268)
Sin duda la Tradición de la Iglesia, venida directamente desde los Apóstoles (1 Corintios 11, 2), fue la que no dejó que esta verdad de fe se perdiera con los siglos, sino que se fuera reavivando con el venir del tiempo. Ya para 1950, el Vaticano había recibido, incluyendo las peticiones anteriores, respuestas de 32.000 sacerdotes y hermanos, de 50.000 monjas, y de 8.000.000 de laicos que respondieron con entusiasmo el que se reconociera a la Asunción de María como verdad de fe. "Estos estudios e investigaciones han traído a una luz aun más clara el hecho de que el dogma de la Asunción de la Virgen María al cielo está contenido en el depósito de la fe cristiana confiada a la Iglesia." (Papa Pío XII, Munificentissimus Deus, N°8)
Sin duda, la Asunción de María es y sigue siendo uno de los dogmas de fe más hermosos del cristianismo, pues deja ver el poder de Dios que se manifestó en ella, pero no para ella ni por méritos propios, sino por Cristo y para Cristo. Sin duda María tenía toda la razón cuando dijo: "el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas" (Lucas 1, 49)
Juan Damasceno en una homilía declaró: "Hoy el arca viva y sagrada del Dios viviente, la que llevó en su seno a su propio Artífice, descansa en el templo del Señor, templo no edificado por manos humanas." (Homilía 2 en la dormición de la Virgen María, 2 y 14)
Aún así se conoce ya la Tradición de la Asunción de María en el "Transitus Mariae" del siglo II y III. La fiesta fue llamada en el siglo VI "La Dormición de María". El emperador bizantino Mauricio Tiberio decretó que se celebrara el 15 de Agosto, cabe aclarar que él solo fijó una fecha, no inventó la creencia. Tan arraigada era esta creencia que el mismo Martín Lutero reconoció: "No cabe duda que la Virgen María está en el Cielo. Como ocurrió no lo sabemos." (Martin Luther's Works, vol 10, pg 268)
Sin duda la Tradición de la Iglesia, venida directamente desde los Apóstoles (1 Corintios 11, 2), fue la que no dejó que esta verdad de fe se perdiera con los siglos, sino que se fuera reavivando con el venir del tiempo. Ya para 1950, el Vaticano había recibido, incluyendo las peticiones anteriores, respuestas de 32.000 sacerdotes y hermanos, de 50.000 monjas, y de 8.000.000 de laicos que respondieron con entusiasmo el que se reconociera a la Asunción de María como verdad de fe. "Estos estudios e investigaciones han traído a una luz aun más clara el hecho de que el dogma de la Asunción de la Virgen María al cielo está contenido en el depósito de la fe cristiana confiada a la Iglesia." (Papa Pío XII, Munificentissimus Deus, N°8)
Sin duda, la Asunción de María es y sigue siendo uno de los dogmas de fe más hermosos del cristianismo, pues deja ver el poder de Dios que se manifestó en ella, pero no para ella ni por méritos propios, sino por Cristo y para Cristo. Sin duda María tenía toda la razón cuando dijo: "el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas" (Lucas 1, 49)
¿Murió María?
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¿Murió la Virgen? El primero que parece dudar
de esto fue San Epifanio, aunque, como él mismo dice, no se atreve a decir ni
que sí ni que no. Ya en el siglo IV existía la tradición según la cual la
Virgen no murió sino que subió a los cielos sin morir.
Sin embargo, según G. Alastruey (“Tratado de la
Virgen Santísima”, BAC, Madrid 1945, pp. 405 y siguientes), para sólo citar
uno de los más relevantes mariólogos, la verdadera doctrina (que debe tenerse
“como teológicamente ciertísima”) es que la Virgen María murió verdaderamente.
Ante esto hay que distinguir entre
“muerte” y “corrupción en el sepulcro”. La muerte es la separación del cuerpo
y del alma; en cambio la corrupción del sepulcro es la resolución del cuerpo
en polvo. María murió pero no se corrompió.
¿De qué murió? La Virgen no murió ni por
martirio ni por muerte violenta; tampoco de enfermedad o vejez. Fue una
muerte en el Amor, a causa del Amor y por Amor.
Un ilustre teólogo,
Garriguet, la describe así: “María murió sin dolor, porque vivió sin placer; sin temor,
porque vivió sin pecado; sin sentimiento, porque vivió sin apego terrenal. Su
muerte fue semejante al declinar de una hermosa tarde, como un sueño dulce y
apacible; era menos el fin de una vida que la aurora de una existencia mejor.
Para designarla la Iglesia encontró una palabra encantadora: la llama sueño o
dormición de la Virgen”.
Aún y con muchas opiniones y debates, lo cierto
es que María si murió, más no se corrompió; murió de amor de Dios, pues tenía
un corazón despojado de todo amor superfluo. Al final se encontró con su
amado Hijo y ahora goza al igual que Henoc, Elías y Moisés, del paraíso celestial en cuerpo y alma.
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