viernes, 13 de julio de 2012

¿Por qué las iglesias católicas son tan ornamentadas?


"Lo hermoso de los templos me recuerda la enorme majestad de Dios" (Un católico)

"Las iglesias deben ser bonitas por qué son lugares sagrados" (Una católica)

"La opulencia de los templos demuestra la riqueza del clero" (Un anticatólico)

"Las ostentosas catedrales deberían ser vendidas para ayudar a los pobres" (Un protestante)

LAS CATEDRALES, basílicas, templos, parroquias y demás edificios sagrados católicos son sin duda hermosos y majestuosos. La basílica de San Pedro, la catedral de Notre Dame, o la catedral de la Sagrada Familia son ejemplos de arte arquitectónico, alrededor del mundo muchos de estos recintos han sido catalogados como patrimonio cultural de la humanidad. Por ejemplo, la Catedral de Chartres en Francia fue declarada patrimonio cultural de la humanidad en 1979 bajo el criterio de ser "Representativa del apogeo del arte gótico francés [...] una obra maestra excepcionalmente bien conservada." (Whc.unesco.org. Centro del Patrimonio Mundial)


Existen, sin embargo, personas que consideran a estos templos demasiado lujosos, una ofensa hacia los más necesitados o como un privilegio más del clero. ¿Estarán en lo correcto tales opiniones? ¿Va en contra de la Biblia el tener espléndidos edificios religiosos?


Nada más que lo mejor para Dios

Antes de querer responder a los atacantes de la Iglesia con insultos o de cualquier otra forma, hay que aclarar que la mejor forma de responder a estas acusaciones contra la "riqueza" de los templos, es con el uso de las Escrituras. ¿Qué dice la Biblia acerca de la majestuosidad de los templos religiosos?

El templo de Salomón fue una
gran belleza arquitectónica.
En el Libro del Éxodo, de los capítulos 25 al 27, se pueden leer las instrucciones que el mismo Yahvé dio a Moisés para la construcción del Santuario. Si usted lee detenidamente estos capítulos, ¿Cuántas veces puede contar usted la palabra "oro"? Sin duda son muchas, ¿Se atrevería a acusar de opulento a Dios?

En Jerusalén fueron construidos sucesivamente tres Templos: el primero, el de Salomón, que fue de una gran magnificencia y muy lujoso, tardó 7 años en construirse: el altar y la mesa, de oro; los candeleros y todo el resto del ornato, eran de oro fino. Además Salomón hizo traer todo lo consagrado por el Rey David: la plata, el oro y otros objetos “y los puso en los tesoros de la Casa de Yavé”. (1 Rey. 6, 1-38) (1 Reyes 7, 13-51)

El segundo Templo fue construido por Zorobabel después del regreso del exilio en Babilonia y en él fueron colocados todos los tesoros, utensilios y vasos sagrados que fueron llevados al exilio y posteriormente regresados a Jerusalén. El Templo del tiempo de Jesús fue el tercero, construido sólo 20 años antes del nacimiento de Cristo y éste, exquisito también, contenía los tesoros y riquezas de los anteriores. 


Por otro lado, en el Apocalipsis 21, 9- 27 se nos muestra a la Jerusalén celestial, la Iglesia. Es descrita de manera grandiosa, ¿Se volvería a acusar a Dios de ser opulento? En el Libro de los Números 31, 50-54 se nos narra que la gente llevó a Yahvé lo mejor que tenía, ¿Se acusaría a Dios de opulento? La Biblia habla de que el pueblo de Israel siempre quiso lo mejor para Dios, y una manera de demostrarlo fue con la gran ornamentación del Templo. Sin embargo, todavía existen algunos que opinan que deberían venderse las propiedades para ayudar a los más necesitados.

 A los pobres los tienen siempre con ustedes 

Otras personas opinan que las catedrales, templos y demás iglesias deberían venderse para con ese dinero ayudar a los pobres. Hay quienes hasta se atreven a ponerle precio y asegurar que con su venta se recaudarían millones. ¿Qué opinaría Jesús de esto?

María le ofreció lo mejor
que tenia a Jesús
"Jesús volvió a Betania [...] María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: «¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?». [...] Jesús le respondió: «Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre»". (Juan 12, 1-8)

María, hermana de Lázaro, gastó un perfume "de mucho precio" en Jesús, a esto, Judas Iscariote, así como muchos hoy en día, reprochó ese gasto y aseguró que debió venderse para donarlo a los pobres. Jesús respondió que a los pobres siempre los tendrían con ellos. 

Supongamos que las catedrales, templos y demás recintos se vendieran, ¿Se hubiera acabado la pobreza? No, solo se hubiera cubierto las necesidades de algún tiempo, pero los pobres volverían a estar con nosotros como dijo Jesús. Habrá entonces quién diga que los primeros cristianos no se reunían en grandes templos. ¿Por qué?

Las reuniones de los primeros cristianos 

Ante las iglesias católicas tan artísticamente elaboradas, algunos protestantes se preguntan, "¿Por qué los católicos no adoran a Dios en edificios humildes? Ante esto, surgen la cuestión ¿Dónde se reunían los primeros cristianos del primer siglo después de la muerte de Jesús? 

La Biblia dice que se reunían en casas, hogares particulares, de los miembros de la primera comunidad (Romanos 16, 5) (Colosenses 4, 15) (1 Corintios 16, 19) (Filemón 1, 2). Respecto a esto, la revista ¡Despertad! de los testigos de Jehová declara: "Tal como ellos, el pueblo de Dios de nuestros días no necesita edificios fastuosos (lujosos) destinados al culto, solo lugares que puedan albergar cómodamente a todo el que desee asistir. Así son los Salones del Reino de los Testigos de Jehová." (Revista ¡Despertad! de Agosto de 2012, pág. 15) ¿Deberíamos entonces tener salones como los testigos? ¿O en su caso, ir a los salones de los testigos por qué solo ellos "imitan" este aspecto? Claro que no.

Es verdad que los primeros cristianos se reunieron en casas, pero también se reunieron -según las evidencias arqueológicas- en las catacumbas. Pero esto solo era el resultado de la persecución judía, y después romana, de los cristianos. Pero este no era el plan de Dios para la Iglesia. Los edificios sagrados católicos comenzaron a aparecer en la segunda mitad del siglo II y se extendieron después del año 313 cuando se le dio libertad de culto a los cristianos.

Las grandes y ornamentadas catedrales y demás edificios, de cualquier estilo arquitectónico, sea barroco, gótico, etc. fueron el resultado de trabajadores voluntarios que dedicaron horas a construir estos recintos con su trabajo y donaciones voluntarias. Así se hizo durante años para que la comunidad tuviera lugares donde reunirse. 


La casa de mi Padre será casa de oración

¿Pero que acaso no dijo Jesús que sus seguidores adorarían en espíritu y no en un templo (Juan 4, 21-23)? Si. Pero con esto se refería a que Dios no está exclusivamente en un determinado edificio, sino en todos lados, pero para nada rechaza la idea de un lugar para ir a a adorar a Dios.


¿Era importante para Jesús tener un lugar digno para la adoración de Dios? Si. Cuando vio a los cambistas en el Templo, no los dejó seguir ahí, sino que los hecho fuera (Lucas 19, 45). El sentía pasión por el Templo. Lo llamó "Casa de mi Padre" (Lucas 2, 49) (Lucas 16, 27) (Juan 2, 16).


Las catedrales, basílicas, templos y hasta las modernas parroquias son lugares dignos de ser la casa de Dios. Él ordenó en el Antiguo Testamento hacer un templo majestuoso, y cuando Salomón hizó otro majestuoso templo, adornado con estatuas (1 Reyes 7, 29), Dios se dispuso a consagrarlo y le prometió que su presencia permanecería allí (1 Reyes 9, 1-3). Y cómo Dios es el mismo, ayer, hoy y siempre (Malaquías 3, 6) (Hebreos 13, 8), sin duda no despreciaría un templo digno de él. ¿Qué preferiría? ¿Una simple sala de reunión, como un salón de clases? ¿O la belleza de un templo digno de su presencia, cómo el que encargó a Moisés?


Los hermosos templos son
lugares de recogimiento para
los fieles que ahí acuden.
Sin duda la opinión de la gente también dice mucho, por ejemplo, considera las siguientes opiniones:


"Los locales para las reuniones, llamados Salón del Reino, no son templos donde uno pueda hallar recogimiento, donde uno pueda orar particularmente a fin de elevarse espiritualmente." (Antonio Carrera, ex-testigo de Jehová)


"Me gusta entrar a un templo, sentarme en un banco, disfrutar del silencio y perderme en la contemplación de cómo la luz se cuela por esos cristales de colores." (Maru Uzen, "Los vitrales de la abadía de Dorchester")



Sin duda a Dios le gustan los lugares hermosos dedicados en su honor, y no solo a él, también a los fieles, quienes dentro de sus paredes, sienten la presencia de Dios, en el silencio, en el recogimiento, y en la admiración de las estatuas, los vitrales, la arquitectura y la belleza artística. No hay duda, tanto los cristianos, como Dios mismo merecen un lugar digno de adoración y no una monótona sala de reunión.